EL TIPSTER PROFESIONAL O CÓMO APOSTAR CON FUNDAMENTO

La tradición de apostar es tan vieja como la Ilíada.

En el poema homérico que canta la cólera de Aquiles, cuando se realizan los juegos fúnebres en honor a Patroclo, una de las competencias es la carrera de aurigas, conductores de vehículos ligeros jalados por caballos.

Idomeneo, caudillo de los cretenses, distingue antes que nadie los corceles punteros y comparte su buena visión con sus compañeros: “Paréceme que el que viene delante es un varón etolio, el fuerte Diomedes”.

Otro héroe aqueo, Ayante de Oileo, no tiene empacho en censurar sus palabras: “Esas yeguas que aparecen las primeras son las de antes, las de Eumelo, y él mismo viene en el carro y tiene las riendas”.

Luego de injuriar un poco a Ayante, Idomeneo propone: “Apostemos un trípode o una caldera y nombremos árbitro al Atrida Agamenón para que manifieste cuáles son las yeguas que vienen delante y tú lo aprendas perdiendo la apuesta”.

Apostar pues, tiene orígenes tan lejanos como las raíces de las culturas china, griega y de La India.

En aquellos remotos días se lanzaban dados, o dardos, para decidir cuestiones como quien se hacía con el control de un territorio.

Ya en tiempos más cercanos, el Coliseo romano, con sus gladiadores, era un escenario inmejorable para lanzar los retos.

En las culturas indígenas de lo que se convirtió en América también existían actividades que se prestaban para apostar, como el juego de pelota.

El periodo colonial en territorio americano dejó diversos testimonios escritos sobre reglamentos y prohibiciones que tenían por objeto eliminar el hábito de jugárselo todo a una carta.

Tipster Puntero

No es difícil imaginar, en cada etapa de la historia humana, la presencia de una figura con el don de aprovechar datos, informaciones y habilidades muy personales a la hora de hacer sus apuestas.

¿Qué tiene de malo ver, como hizo Idomeneo, quién lleva las de ganar?

Más aún, ¿qué tiene de malo ver el futuro?

¿Y qué tiene de malo poseer inteligencia e imaginación en proporciones que te permiten ver el futuro?

¿Y qué pasa si utilizas esa capacidad de predicción para hacer de una apuesta una inversión?

Mucho principiante percibe a los deportes profesionales como espectáculos en los que puede ocurrir cualquier cosa.

Esas personas suelen depositar su fe en corazonadas, en el instinto, en una confianza tan fuerte como carente de fundamento.

Otros, un tanto más despiertos, a fuerza de seguir una liga o una competencia, reparan en la existencia de tendencias, constantes, resultados previsibles con cierto margen de error.

No se sorprenden cuando se da el resultado por el que no se atrevieron a apostar una buena cantidad.

Su pronóstico, sin embargo, nace y muere como una conjetura.

Los primeros tienen remedio. Con paciencia y constancia todo es posible.

Los segundos, carecen de método, retienen datos pero, carecen del talento, la disciplina y el rigor para sistematizar información y extraer conclusiones.

Existe otra categoría, una donde la efectividad campea a sus anchas, donde la predicción no es cosa del sexto sentido, ni de magia, sino de ciencia.

Marcador a la vista

En este mundo no hay nada seguro salvo lo que sabes.

La conclusión elaborada a partir de tu sistema para demostrar que algo va a ocurrir, te distingue.

“Si no se comparte, el conocimiento no sirve de nada”, suelen decir especialistas de diversos ámbitos, particularmente en el ámbito científico.

¿Qué representa para ti compartir pronósticos con otros apostantes?

¿Un acto altruista?

¿La oportunidad de demostrar la fiabilidad de tu método?

¿Otra forma de ganar un ingreso extra?

¿Qué tal una última opción?

Pones tus consejos de apuestas en línea porque así demuestras que también eres el mejor en el terreno de la influencia.

El análisis y la interpretación de datos son tus aliados.

Tu método opaca incluso las previsiones de las casas de apuestas.

¿Por qué conformarse con ganar en uno o dos indicadores cuando puedes ser el número uno en resultados acertados, ganancias, número de seguidores y usuarios que se suscriben a tus servicios?

Eres el paquete completo, el asesor de apuestas total.

Haz justicia a esa calidad ocupando tu lugar como el referente en el terreno de ofrecer consejos de apuestas deportivas.

Sé el faro de quienes van a apostar de cualquier modo.

El óptimo balance de resultados que has acumulado a lo largo de los años es tu mejor carta de presentación.

La cuestión no se reduce a determinar quién va a ganar, o la diferencia de puntos, tu método también dilucida cuántas anotaciones hará y qué distancia recorrerá el jugador al que están apuntando los reflectores.

Date el gusto de sorprender a propios y extraños.

Porque si hubiera un concurso de tipsters y dieras a tus competidores varios días de ventaja, incluso así obtendrías la mayor utilidad.

Del lado del altruismo, tus pronósticos poseen el potencial de cambiar rachas, y vidas. Comparte tus pronósticos de forma gratuita

Si no estás para la filantropía, fija la tarifa que te instale como el tipster más caro.

¿Por qué no decantarse por una tercera opción, un esquema mixto en el que obsequies unas previsiones sin costo y cobres un cargo por las mejores apuestas que traes en la agenda?

Como tu marca distintiva es el éxito, en realidad no hay forma de que ofrezcas un trato injusto.

Conviértete en la necesidad de quienes buscan certezas.

No obstante, ten en cuenta que hay muchos tipsters trabajando para crecer, que buscan abrirse paso y consolidarse mediante un elevado porcentaje de aciertos.

Si tienes los datos y sabes analizar mejor que nadie la información de una competición internacional, de la liga profesional de un país, del torneo magno de un deporte profesional, no te duermas en tus laureles, aumenta tu influencia.

Juega bien tus cartas para dominar el mercado tipster como manejas los terrenos de las apuestas y las cuotas.

Demuestra que lo tuyo en nada se parece a agitar una varita mágica porque se trata de una combinación inigualable de inteligencia, imaginación y potente análisis.

No es necesario que reveles la clave de tu éxito. Basta con que seas el número uno.

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